lunes, 21 de marzo de 2011

CONTEXTO:


Compartimos que la juventud atraviesa en la actualidad por un momento de crisis estructural del país.


Las y los jóvenes mexicanos experimentan con mayor fuerza las consecuencias de la actual crisis estructural; el 20% del rezago educativo de las y los jóvenes en el país, es clara muestra de ello (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2010), así como el hecho de que para el periodo 2008- 2009 sólo uno de cada cuatro jóvenes en edad universitaria tiene un lugar en ese nivel educativo (2.8 millones de jóvenes están matriculados en universidades públicas y privadas, según la SEP, 2010).


Este escenario resulta más desalentador cuando se puede observar que de los 30 millones de personas entre 18 y 29 años de edad; la mitad se encuentran sin empleo (INEGI, 2009). De ellos y ellas, 71 por ciento laboran sin contrato, lo cual afecta derechos como a la seguridad social, a la salud, y qué decir del derecho a adquirir una vivienda digna. Sin empleo y sin recursos para superar la pobreza no encuentran en la educación una opción real para superar su situación y la posibilidad de encontrar una ocupación “decente” como la propone la OIT se aleja de este sector.


No obstante, según la Encuesta Nacional de Juventud, 2005, el 75 por ciento de los hogares mexicanos reciben apoyo por parte de las y los jóvenes, que finalmente se vuelve en contra de ellos porque no les permite ejercer adecuadamente su emancipación hacia la edad adulta y hacia la constitución de su plena ciudadanía.


En la coyuntura actual, con políticas que han desechado las perspectivas juvenil y de género, como es el caso de la llamada “Política de guerra contra el narcotráfico” instrumentada por el Gobierno Federal y encabezada por Felipe Calderón, se ha privilegiado el uso de la fuerza armada al mejoramiento de las zonas urbanas y rurales deprimidas y al desarrollo de los sectores empobrecidos del país, de tal manera que como en toda guerra y desde los dos bandos, los jóvenes encabezan la lista de los muertos. el 85% de las fallecidos relacionados con la delincuencia organizada (cinco de cada seis) corresponde a jóvenes de entre 18 y 32 años de edad; así como quienes cometen estas ejecuciones también son jóvenes que no rebasan los 30 años de edad. 

De igual forma, las fuerzas armadas, policías locales y federales cuentan en sus filas con un porcentaje de más del 80% de personas que no rebasan los 30 años de edad ¿este es el presente de las nuevas generaciones?, ¿ser carne de cañón es el centro de la agenda nacional?

La impunidad, la inseguridad pública y la corrupción son en sí mismas una agresión inaceptable contra las garantías fundamentales en el país; las y los jóvenes mexicanos han sufrido violaciones a sus derechos humanos de forma sistemática, ya que la percepción que tienen  algunas autoridades se expresa en el lugar que ocupan las y los jóvenes en las políticas públicas, son ignorados o solo contemplados como problema, y por lo tanto hay que controlarlos y en su caso castigarlos.

Las políticas de apertura de espacios para la participación y/o para el diálogo solo se abren para los que piensa afín; los programas para el apoyo de la creación cultural juvenil han desaparecido; las acciones de salud se reducen a lo general y más tradicional, se evaden los programas de reducción del daño y se aplican políticas de hace veinte años que nunca han funcionado.

En general, hay una gran estigmatización de las y los jóvenes, que se acentúa si proceden de sectores de escasos recursos o sin oportunidades, flojos, vagos y peligrosos, por lo tanto: posibles delincuentes. Nunca se le consulta, no se ve sus potencialidades, sus esfuerzos de sobrevivencia, sus luchas particulares y cotidianas, que son las que debían esta al centro de las agendas políticas, gubernamentales, públicas.

La experiencia que desde la sociedad ciudadana organizada tenemos es que todo este panorama no se percibe o se asume muy vagamente desde los actores políticos actuantes, tanto los partidos políticos, como las autoridades de los tres niveles de gobierno, los legisladores federales y locales, las jerarquías eclesiásticas y los mismos medios de comunicación, no tienen oídos para escuchar, ni ojos para mirar la heterogénea y cambiante realidad juvenil de nuestro país, finalmente la condición juvenil al ser necesariamente transitoria, hace que los mismos jóvenes en algún momento dejen sus demandas y expectativas por otras que su misma realidad les va exigiendo, por lo tanto, la continuidad, la coherencia y la experiencia en materia de acciones y programas de juventud no maduran ni se desarrollan, ni se amplían para ir acompañando a las nuevas generaciones y sus circunstancias.

Las campañas electorales enarbolan a las y los jóvenes como pretexto y después de les olvidan; cada legislatura federal y local propone leyes de juventud que nunca se cumplen; se diseñan programas gubernamentales que no pasan del escritorio (excepto los de seguridad pública); la dispersión y la fragmentación del trabajo de las organizaciones sociales nunca se articula y, los medios y las iglesias solo hablan de “la pérdida de valores, la anomia o el consumismo” que marca a las nuevas generaciones. Nunca se toman en cuenta el trabajo de muchos colectivos que en sus ámbitos locales transforman permanentemente su realidad; de los aportes culturales y organizativos que se hacen, de los procesos de reflexión y diálogo que desde lo grupal real y virtual se viene haciendo.

Por todo lo anterior, se hace necesario y urgente que construyamos una Agenda Juvenil que a nivel nacional y local, al corto y mediano plazo (del 2011 al 2021) y desde la sociedad organizada, se exija para que los otros actores económicos, políticos y sociales la incorporen en sus perspectivas y la asuman como compromiso a desarrollar en un esfuerzo de consenso, trabajo y reflexión.

Para lo cual estamos convocando a construir esta Agenda con la participación y propuesta de los múltiples agentes de la sociedad civil en un proceso de diálogo permanente y trabajo colegiado.

Reconocemos que nuestra participación es fundamental para transformar la realidad:

En México existimos jóvenes mujeres y hombres que participamos en organizaciones estudiantiles, civiles, colectivos, movimientos, redes, artistas, investigadoras/es, quienes estamos dispuestas/os a transformar nuestra realidad. (ENJ2005)

Los temas principales desde los que nos organizamos son medio ambiente, equidad de género, derechos de los pueblos indígenas, artes, medio ambiente, derechos humanos, derechos sexuales y reproductivos, entre otros.

En la actualidad hay pocos espacios donde exista un dialogo intergeneracional, y pluritemático donde diferentes actores generen acciones a favor de la transformación social que se encuentren articulando esfuerzos.

Existen diversas agendas desde y para las juventudes, las cuales en importante compartir, de tal forma que podamos generar un espacio donde se puedan articular acciones que permitan el cumplimiento de las mismas.

COMITÉ PROMOTOR:



CREACTIVAS, Ser y Actuar en Equidad.

Juventudes y Derechos Humanos (JYDDHH)

Centro de Derechos Humanos "Fray Francisco de Vitoria O.P." A.C.

Salud Integral para la mujer (SIPAM, AC.)

Diversidad equidad social y democracia. (DECYDE, AC.)

Cátedra UNESCO ITESM

SIJ-UNAM
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